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Voces en Derechos Humanos

  • Término: ORDEN ECONOMICO INTERNACIONAL


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    Autor: José Déniz Espinós


    Fecha de publicación: 09/05/2011 - Última actualización: 25/09/2012 20:07:03


    I.          CONCEPTO.  El concepto orden económico internacional (OEI) no es unívoco, dado que está en continua evolución por su carácter dinámico, en la medida que es el resultado de los cambios que se producen en la realidad mundial que se pretende regular. Suele identificarse cada etapa o fase en función de las políticas económicas y de los mecanismos reguladores que se aplican en ese momento en la economía mundial, que se basan esencialmente en un conjunto de organismos creados para tales fines.

     

    II.       ETAPAS DEL OEI.  Es habitual distinguir las siguientes cuatro grandes etapas en el proceso de evolución del OEI, algunos de cuyos rasgos se citan a continuación (de manera muy breve para las dos primeras etapas y algo más desarrollado para las dos últimas).

    1.      Desde inicios de la revolución industrial hasta la primera guerra mundial. Como resultado de la consolidación y expansión del sistema capitalista se construye un OEI de orientación liberal con una limitada participación del Estado y un relativo control del intercambio comercial internacional.

    2.      Desde finales de la primera guerra mundial hasta finales de la segunda guerra mundial. Las relaciones económicas internacionales están sujetas a grandes limitaciones, con restricciones a la circulación de los factores productivos. En términos comerciales se ejecutan, entre otras políticas, tipos de cambio múltiple y controles arancelarios, generalizándose los mecanismos bilaterales con acuerdos de compensación y de pagos, mientras que el multilateralismo está muy limitado por la ausencia de un marco de cooperación económica internacional.

    3.      Desde la segunda guerra mundial hasta los primeros años setenta. A partir de los resultados de la guerra se reconstruye el OEI, que pretende poner fin al proteccionismo anterior e impulsar una política librecambista. Emerge Estados Unidos como nueva gran potencia capitalista mundial; nace la Organización de las NACIONES UNIDAS (ONU); en la conferencia de Bretton Woods se decide que el uso del dólar estadounidense (con una paridad fija con el oro) sea la moneda internacional; se crean el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF, o Banco Mundial) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para pocos años después firmarse el Acuerdo General  de Aranceles y Comercio (más conocido como GATT, en sus siglas en inglés), constituyendo todo ello las bases del nuevo sistema económico mundial o nuevo orden económico mundial. En 1957 se firma el Tratado de Roma, que da inicio al proceso de integración de lo que hoy es la UNION EUROPEA, un bloque central del OEI junto a EE.UU., y que cuenta con el apoyo económico de este para su reconstrucción y posterior desarrollo. Poco después será Japón quién se vaya convirtiendo en una economía muy dinámica desde el Pacífico asiático, lo que completa las tres áreas de este nuevo orden. En estos años de posguerra se genera un proceso acelerado de descolonización, especialmente en Asia y África (la inmensa mayoría de los países de América Latina y el Caribe lo habían hecho a partir de la primera década del siglo XIX), que va conformando lo que en el lenguaje de la época se denomina el Tercer Mundo, por contraposición a los países del Primer Mundo (los centrales) y los del Segundo Mundo (los del socialismo real). Este inédito sujeto histórico va creando organizaciones que intentan expresar sus diversos intereses en la correlación de fuerzas internacionales, cambiando el mapa geopolítico y económico mundial.

    4.      Desde los inicios de la década de los setenta hasta la disolución del campo socialista. Este sistema da muestras de agotamiento en los inicios de esta década, cuando EE.UU., en 1971, tiene un déficit comercial por primera vez en el siglo XX, en el contexto de la guerra de Vietnam, con una reducción de sus reservas de oro que lleva a su gobierno a devaluar la moneda. En 1973 tiene lugar un importante incremento del precio del barril de petróleo, fuente energética en la que estaba sustentado el modelo de crecimiento. Se produce una nueva devaluación del dólar y en 1979 un nuevo shock petrolero, con un nuevo incremento del precio, agudiza aún más la situación, lo que trae cambios en el funcionamiento del sistema mundial. Entre algunos de esos cambios, el surgimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que se convierte en relevante protagonista del nuevo orden. En 1982 estalla la crisis del pago de la deuda externa, que se había incrementado mucho en los años recientes, teniendo especial repercusión en algunos países de América Latina con graves efectos en sus economías, como asimismo en ámbitos financieros internacionales. EE.UU. continúa siendo un país deudor pero con otro significado al de los países periféricos. Esta década es de recesión global y retroceso del comercio mundial. La visión y las políticas neoliberales son la referencia hegemónica en estos años. En 1989 cae el muro de Berlín y se acelera la disolución del campo socialista, con la Unión Soviética a la cabeza, que representaba al orden económico opuesto al capitalista con supremacía de EE.UU.

    Es en 1974 cuando el uso de la expresión Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) adquiere un significado específico. En ese año la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Declaración y el Plan de Acción para el establecimiento de ese Nuevo Orden, cuya valoración fue diferente entre los tres grandes grupos de países, puesto que su impulso se debió a los llamados del Tercer Mundo, cuyos intereses querían ser reconocidos. La propuesta quiere cambiar drásticamente las condiciones de acceso a los mercados de los países centrales, con una ayuda oficial al desarrollo más intensa y la obtención de recursos financieros en mejores condiciones. Los principios económicos y políticos en los que se basaba reivindicaban: la igualdad soberana de los Estados, la necesidad de una mayor cooperación entre los miembros de la comunidad internacional, la plena y efectiva participación de todos para la solución de los problemas mundiales en beneficio común, el derecho de cada país a adoptar el sistema económico y social que considere más apropiado para su propio desarrollo y la plena soberanía de los Estados sobre sus recursos naturales y sus actividades económicas. El Plan de Acción pretendía que un conjunto de medidas hicieran posible esos principios. Esas medidas se agruparon en temas tales como: el comercio internacional de las materias primas, el sistema monetario internacional y la financiación del crecimiento, la industrialización, la transmisión de tecnología, la reglamentación y fiscalización de las actividades de las empresas transnacionales, la elaboración de una carta de derechos y deberes económicos de los Estados, la promoción de la cooperación entre los países, la asistencia para el ejercicio de la soberanía sobre los recursos naturales, el fortalecimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y un programa especial con acciones a corto plazo.

     

    III.    GLOBALIZACIÓN, CRISIS Y NUEVO OEI. En la década de los años noventa se intensifica el proceso de GLOBALIZACION económica, que ha continuado hasta el presente, configurando una nueva etapa del OEI. Cada vez más el sistema económico funciona como una unidad en el ámbito mundial, donde desde el capital, la información y la tecnología hasta la producción y la gestión están organizados en corrientes que atraviesan las fronteras de los territorios nacionales y los condicionan fuertemente. Se está en lo que algunos denominan la tercera revolución industrial y otros califican de sociedad de la información, donde hay una profunda articulación entre la ciencia y la tecnología con el proceso productivo. Destacan las tecnologías de la información (muy especialmente la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones), que han desencadenado grandes transformaciones en la organización del trabajo y en las actividades económicas, con una especial relevancia en el sector financiero, cuyo peso ha sido clave en la aplicación de las políticas aplicadas bajo orientación neoliberal de estos años.

    Desde instituciones como el Banco Mundial se ha considerado la globalización como el fundamental cambio que tiene lugar en la economía mundial, que se ve reflejado en la ampliación e intensificación de las conexiones internacionales en el comercio y en las finanzas, que se explica por las políticas de liberalización y la internacionalización de las empresas, junto al cambio tecnológico que lo posibilita. Así es como se produce una mayor articulación y movilidad internacional de los mercados de bienes, servicios y capitales.

    Por su parte, para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de Naciones Unidas, la globalización no es considerada como un hecho nuevo, puesto que la internacionalización de la economía mundial se remonta a varios siglos atrás, pero sí reconoce que en su fase última han surgido otras características en esta creciente gravitación de los procesos económicos (pero también sociales y culturales) de carácter mundial sobre los de carácter nacional o regional. Entre esas cualidades hay que incluir la gradual generalización del libre comercio (aunque con múltiples formas de proteccionismo), la elevada movilidad de los capitales (simultáneamente a las fuertes restricciones a la movilidad laboral internacional), el acceso masivo a la información en tiempo real (gracias a la difusión de las tecnologías de información y comunicaciones (INTERNET), la planeación global de las empresas transnacionales (que suelen funcionar como sistemas internacionales de producción integrada), la creciente vulnerabilidad e interdependencia ambiental y la tendencia a la homogeneización institucional y de los modelos de desarrollo económico.

    Sin embargo, esta etapa de cambios va acompañada de la permanencia de viejas estructuras de desigualdad en el OEI que, en algunos casos, se agravan o el ritmo de mejoría es muy lento en lo que tiene que ver con las oportunidades y derechos, a la vez que emergen nuevas desigualdades, incluyendo las que se producen en el interior de los países, lo que podría llamarse el orden económico nacional. La crisis que estalló en 2008 representó los límites del modelo neoliberal de desarrollo que, en el caso de las regiones periféricas de la economía mundial, se basó en unas políticas de crecimiento a través de la apertura comercial y financiera, las exportaciones, el financiamiento externo y un papel muy reducido o subsidiario del Estado. Esta crisis marca un nuevo escenario en el vigente OEI, donde los efectos de la crisis se hacen sentir mucho más fuertemente en los llamados países centrales, no solo porque allí fue donde eclosionó sino porque pone de manifiesto el final de ciclo de sus principales economías y la cada vez más notable presencia económica (además de política) de grandes países de la periferia, los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China), constituyendo un mapa económico mundial inédito, que los configura como protagonistas principales para los próximos decenios. Este nuevo OEI tiene como epicentro geográfico a los países del área del Océano Pacífico asiático, destacando muy especialmente China (que ya en la actualidad es el segundo producto interior bruto del mundo, estimándose que dentro de muy pocos años será el primero) e India (hoy es el cuarto y en poco tiempo será el tercero). Por su parte, Rusia y Brasil ya figuran entre los primeros siete productos mundiales. De este grupo, entre los países centrales, EE.UU. sigue siendo uno de los líderes, seguido a distancia por Japón y Alemania. Demás está decir que el Grupo de los Siete (G-7) (EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá), que en las últimas décadas ha comandado la economía mundial, sigue igual tendencia de pérdida de peso en la participación en el producto mundial. El Grupo de los Veinte (G-20), que ha sido protagonista en varias reuniones durante los años de esta última crisis, incluye a los anteriores citados y otros países centrales pero también ha tenido que admitir, por primera vez, a varios otros países de los llamados en desarrollo, entre los que están los emergentes. Esta situación redefine del mismo modo la distribución del poder en el interior de organizaciones como el FMI y el Banco Mundial, con un nuevo reparto de los votos, lo que reducirá el peso de quienes hoy lo sustentan. Al mismo tiempo, las nuevas relaciones de fuerza han llevado a unas confrontaciones de intereses que se miden en las negociaciones donde están en juego derechos y obligaciones, como acontece en la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

    Con lo dicho se hace patente que para los grandes problemas de la humanidad hay unos nuevos protagonistas en un nuevo OEI que está en proceso de conformación, por lo tanto en vías de reajustes, incluyendo las instituciones y organismos internacionales, pero que en todo caso, en su núcleo central, sigue circunscrito a la lógica del sistema capitalista y a las leyes de su funcionamiento, aunque con centros de poder dispersos en distintas áreas geográficas, a diferencia de lo ocurrido hasta la actualidad, que han estado más concentrados. De cualquier manera, aunque con una incidencia económica menor en términos de la economía internacional, en estos años también se han configurado desde diferentes espacios otras alternativas al orden vigente, como se ha puesto en evidencia en movimientos sociales y en varios gobiernos. Algunas de estas diversas experiencias se confrontan en foros sociales y ámbitos de pensamiento, pero sobre todo en la compleja y múltiple realidad de los territorios de varios países de América Latina y el Caribe, en países del mundo árabe y en movimientos islámicos, por citar los más conocidos; pero igualmente desde organizaciones de la sociedad civil que han sido capaces con sus acciones de poner en las agendas del desarrollo temas y acciones que desde otros ámbitos no estaban considerados.

     

    IV.    EL OEI Y LOS DERECHOS HUMANOS. El nuevo OEI que está emergiendo será el resultado de la correlación de fuerzas que se derive de estos conflictos de intereses, donde están enfrentadas diversas y contradictorias necesidades económicas, ambientales y sociales. La crisis financiera y económica, que tuvo por protagonistas a grandes empresarios transnacionales y sus socios (que han recibido enormes recursos públicos), proporciona elementos de juicio suficientes para constatar que los efectos sociales desencadenantes se están enfrentando por los gobiernos de los países centrales con las recetas tradicionales, esto es, con drásticos recortes al bienestar alcanzado por las grandes mayorías de las poblaciones. En los países periféricos los impactos de esta crisis han sido considerablemente menores, entre otros factores por la regulación financiera que aplicaron en consideración de su propia experiencia; pero ello no es obstáculo para tener un grado de dependencia exterior muy alto, incluso como ha ocurrido en los años de crecimiento económico, que se ha debido fundamentalmente al considerable aumento de los precios de sus productos básicos de exportación, demostrando su estructural subordinación a la lógica de funcionamiento del sistema económico mundial.

    Estas desigualdades entre grupos sociales para solventar la crisis que pone de manifiesto el modelo de desarrollo vigente, con estos retrocesos y vulnerabilidades, hacen ostensible que en muchos países se ha optado por la disminución y recortes de  derechos, lo que se expresará en las relaciones económicas internacionales y, por lo tanto, en el orden mundial dominante. Si bien desde el derecho internacional las concepciones de los derechos humanos a lo largo de la historia han sido diversas, hace alrededor de un siglo se gestó (añadiéndose a los existentes derechos civiles y políticos) la correspondiente a los DERECHOS SOCIALES, económicos y culturales como respuesta a la crisis entonces existente, reivindicándose el papel protector del Estado, la gestión económica a manos del gobierno y la consecución del bienestar de la población. Se habla, entre otros, del derecho a la salud, a la educación, a la seguridad social, etc. Posteriormente, apareció otra generación de derechos humanos como son los DERECHOS COLECTIVOS y de los pueblos. Considerando estos elementos es evidente que existe una alta relación entre los derechos humanos así considerados y el OEI tal cual fue caracterizado, que debería inscribirse en estos principios. Si ello no ocurre porque existe una brecha entre las buenas declaraciones sobre los derechos humanos y la realidad, entonces el problema radica en cómo proteger esos derechos y respetar su pluralidad. Y esto vale para todos los países, cualquiera que sea el grado y tipo de desarrollo que tenga.

     

    BIBLIOGRAFÍA. Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial, Banco Mundial, Mundi-Prensa y Mayol Ediciones, Bogotá, varios años; CEPAL, Globalización y desarrollo, Notas de la Cepal Nº 22, Santiago de Chile, mayo 2002; Déniz, J., Crisis global y América Latina, en Girón, A., Rodríguez, P. y Déniz, J. (coords.), “Crisis financiera. Nuevas manías, viejos pánicos”, Los Libros de la Catarata, Madrid, 2010; Herrera, F., América Latina y el nuevo orden internacional, Integración Latinoamericana, INTAL, Buenos Aires, diciembre 1977; PNUD, Informe sobre desarrollo humano, Mundi Prensa, Madrid, varios años; Puentes, ¿G-20 construye nuevo orden económico internacional?, Puentes entre el comercio y el desarrollo sostenible, www.ictsd.net/news/puentes, Costa Rica, septiembre 2009; Valencia Villa, H., Los derechos humanos, Acento Editorial, Madrid, 2001.

     

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