I. PANORAMA ACTUAL. La expresión cooperación internacional para el desarrollo hace referencia al “entramado de mecanismos públicos y privados de carácter internacional que, sirviéndose de diversos instrumentos, buscan promover el progreso económico y social de los países menos avanzados” (Teijo: 2009).
Tradicionalmente los actores de la cooperación internacional para el desarrollo han sido los estados (lo que se conoce como cooperación bilateral), las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo (ONGD), las organizaciones multilaterales de desarrollo (las agencias de la ONU), y las Instituciones Financieras Internacionales, (como el Banco Mundial). Aunque en la praxis confluyen una multiplicidad de actores más compleja que incluye a: sociedad civil a través de movimientos sociales, sindicatos, administraciones descentralizadas, empresas y sector privado, universidades, movimientos religiosos, fundaciones, alianzas público-privadas, etc.
Cabe distinguir varias formas de cooperación al desarrollo, dependiendo de los actores:
1. Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD): La cooperación que practica un país donante con fondos públicos, generalmente a través de una Agencia Bilateral de Cooperación o de un departamento específico del Ministerio de Asuntos Exteriores.
A. Bilateral: la cooperación directa de un donante hacia un país en desarrollo.
B. Multilateral: la cooperación canalizada a través de organismos multilaterales.
2. Cooperación al Desarrollo de las ONGDS: Los mecanismos de cooperación utilizados por la sociedad civil con fondos privados y, en ocasiones, públicos (la mayoría de las veces manejan ambos tipos de fondos), para ejecutar programas y proyectos en países en desarrollo. También se pueden desarrollar proyectos de sensibilización en los países del norte, es lo que se conoce como Educación para el Desarrollo.
Además, en los últimos años han ido surgiendo (o se han institucionalizado) nuevas formas de cooperación, como:
1. Cooperación sur-sur (u horizontal): Implica que los países del sur, o países en desarrollo, establecen mecanismos de cooperación entre ellos. Esta modalidad cuenta con varias ventajas: los contextos culturales suelen ser más cercanos entre sí, por lo que se introducen menos distorsiones y pueden obviar la condicionalidad que generalmente imponen los donantes para financiar programas y/o proyectos de cooperación. Dentro de esta modalidad se puede producir cooperación oficial, entre estados, y cooperación entre la sociedad civil de distintos estados. Se puede llevar a cabo mediante: asistencia técnica, intercambio de conocimientos, buenas prácticas y lecciones aprendidas, intercambio de expertos, capacitaciones, etc.
2. Cooperación triangular: Como su nombre indica, participan tres partes, generalmente tres estados. La fórmula más habitual es un país donante, un país en desarrollo y un país emergente, que adopta la forma híbrida de donante y receptor (p.ej.: Brasil). De esta manera, el donante y el emergente aportan recursos en la medida de sus respectivas posibilidades para cooperar con el tercero, en desarrollo.
II. BREVE EVOLUCIÓN HISTÓRICA. El término ha ido evolucionando al tiempo que lo han hecho las teorías del DESARROLLO. A priori, pueden destacarse dos hechos históricos que han marcado su evolución. Por un lado, la Guerra Fría, que propició la polarización del mundo en dos bloques: Este/Oeste, que en muchas ocasiones (no todas), coincidía también con la dicotomía Sur/Norte. En este periodo, uno y otro bloque proporcionaron recursos, tanto económicos como técnicos, científicos y militares a distintos países del entonces llamado “Tercer Mundo” para asegurarse una serie de “fieles satélites”. Por ejemplo, la URSS apoyó el régimen de Fidel Castro en Cuba, mientras que EEUU proporcionaba ayuda y respaldo a los regímenes militares del Cono Sur de América Latina (como el régimen de Pinochet o el de Videla). Coincidió que a lo largo de la primera mitad del siglo XX fueron sucediéndose los procesos de independencia, lo que sumaba nuevos actores a la esfera internacional que las dos grandes potencias (la URSS y EEUU) ansiaban acercar a su área de influencia.
Por otro lado, la reconstrucción de Europa, tras la II Guerra Mundial, a través del Plan Marshall, para que EEUU pudiera recuperar a su principal socio comercial, consolidó las teorías del desarrollo ligadas al crecimiento económico. O lo que es lo mismo, un concepto de desarrollo ligado a los postulados capitalistas, en los que nivel y CALIDAD DE VIDA se miden casi exclusivamente con indicadores macro y/o micro económicos. Y con ciertos tintes imperialistas, ya que el objetivo era impulsar el desarrollo económico de las excolonias desde las “metrópolis”.
La caída del Muro de Berlín (1989) vino a consolidar el modelo de “capitalismo-occidental” basado en la acumulación de capitales, por lo que la cooperación de los países del norte con los del sur se basó en las líneas estratégicas de este modelo, tratando de incentivar economías altamente endeudadas y que se incrementaran los niveles de renta y el consumo interno.
1. Las transformaciones de la globalización. La GLOBALIZACION, unida a lo que Pérez de Armiño denomina “fatiga de la cooperación”: “sentimiento generado por lo que los donantes (refiriéndose tanto a países como a ONGD) consideran resultados decepcionantes tras más de cuarenta años de dedicación al desarrollo” (Pérez de Armiño: Diccionario Hegoa de Acción Humanitaria), introducen nuevos enfoques y retos. La globalización, acompañada de la revolución tecnológica y de la información pone de relieve la absoluta interdependencia de los países y los mercados, la aparición de nuevos actores en la esfera internacional, que, en ocasiones, desdibujan los límites de la soberanía estatal tradicional (p. ej.: es el caso de las multinacionales), la necesidad de afrontar determinados temas desde una esfera que desborde lo nacional (se plantea la existencia de bienes públicos globales, aquellos que pertenecen a la humanidad en su conjunto y que han de ser protegidos desde la concertación de políticas a nivel internacional, p. ej.: el medio ambiente, la salud, la paz, etc.), y, además, proporciona información y herramientas de interconectividad a los ciudadanos del norte y del sur simultáneamente.
Todos estos cambios alimentan una nueva visión del desarrollo y, por tanto, de la cooperación. Surge y se dota de contenido el concepto de desarrollo humano, desde un enfoque multidisciplinar que trasciende lo económico, en el que el ser humano se convierte en sujeto central, partícipe activo, propietario y beneficiario del desarrollo; se trata de un enfoque holístico que incluye justicia social, democracia, seguridad humana y respeto de los derechos humanos. Vuelve a reivindicarse el desarrollo como un derecho humano en sí mismo (Declaración sobre el derecho al desarrollo, aprobada mediante la Resolución 41/128, de 1986). En este sentido autores como Amartya Sen o Alex De Wall proponen nuevos enfoques que entroncan directamente con la plena realización de los DERECHOS HUMANOS. También se ahonda en el concepto de sostenibilidad, especialmente a raíz de la Declaración de Río de 1992, desde la certeza de la limitación de recursos y su impacto sobre el planeta. De estas dos visiones surge el desarrollo humano sostenible, una ecuación en la que se trata de conciliar el desarrollo, entendido como la plena realización de los derechos humanos, incluidos aquellos colectivos (o de segunda generación: económicos, sociales y culturales), con los llamados derechos de tercera generación, o derechos de la Solidaridad o de Los Pueblos (dirigidos a garantizar los bienes públicos globales).
Esta visión queda plasmada en la Cumbre del Milenio (2000), en la que NACIONES UNIDAS establece los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), como un amplio consenso internacional para luchar contra la POBREZA mediante una serie de objetivos comunes a cumplirse antes de 2015.
Por otro lado, la sociedad civil encuentra nuevas formas de movilización y organización social para hacer llegar sus reivindicaciones al “sistema”, pudiéndose destacar como punto de inflexión el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, el uno de enero de 1994, que fue transmitido simultáneamente a través de la red. Este hecho es considerado por muchos el punto de partida para la aparición del mal llamado movimiento “antiglobalización”. Movimiento social, de ámbito global, extremadamente heterogéneo, que se sirve de las nuevas tecnologías, especialmente de Internet, para organizar movilizaciones, encuentros, manifestaciones y protestas en todo el mundo.
En el primer Foro Social de Porto Alegre (2001), organizado por el Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) y la Asociación internacional para la Tasación de las Transacciones Financieras para la Ayuda al Ciudadano (ATTAC), afloraron sus reivindicaciones como una amalgama de demandas sociales que aglutinaban movimientos ecologistas, feministas, de Pueblos Indígenas, campesinos, sin tierra, etc. Si algo les unía, y les une, es la demanda del derecho al “autodesarrollo”, es decir, que cada pueblo tiene derecho a definir su concepto de desarrollo sin imposiciones de potencias e instituciones internacionales, con la justicia social, la equidad y la solidaridad como piedras angulares.
Muchas ONGDS se hacen eco de estas demandas y paulatinamente comienzan a adoptar estrategias de actuación que integran enfoques basados en los derechos humanos.
III. EL ENFOQUE BASADO EN LOS DERECHOS HUMANOS. El enfoque basado en derechos humanos parte de un marco conceptual en el que se reconocen los vínculos entre el desarrollo humano sostenible y la reducción de la pobreza, la paz y la seguridad, y de estas dimensiones con la PROMOCION DE LOS DERECHOS HUMANOS y su plena realización.
En la misma línea se enmarca la propuesta del ex Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, con motivo de la revisión del cumplimiento de los ODM en 2005 y en el marco de la reforma de la ONU. El informe se llamó: “Un concepto más amplio de la libertad: Desarrollo, Seguridad y Derechos Humanos para todos”. En él Annan analizaba los vínculos entre desarrollo y seguridad, en un momento, las postrimerías del 11-S, en el que gran parte de los objetivos (y recursos) de desarrollo se desviaron hacia la lucha contra el terrorismo internacional. El informe rezaba:”La humanidad no podrá tener seguridad sin desarrollo, no podrá tener desarrollo sin seguridad y no podrá tener ninguna de las cosas si no se respetan los derechos humanos.”
La idea fundamental es que, a través del fortalecimiento, respeto y protección de los derechos humanos se construye un sistema político-social (llámese democracia o de otra manera) en el que se puede fomentar el desarrollo humano a través de la cooperación. En la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena en 1993, la Declaración Final rezaba en su párrafo 8: "la democracia, el desarrollo y el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales son conceptos interdependientes que se refuerzan mutuamente". En la misma, en su artículo 1 se subraya: “el fortalecimiento de la cooperación internacional en la esfera de los derechos humanos es esencial para la plena realización de los propósitos de las Naciones Unidas”.
Este enfoque se convierte al tiempo en método y herramienta de la cooperación al desarrollo, para lo cual se establecen instrumentos concretos de trabajo como indicadores específicos, metodologías para el diseño y la evaluación y técnicas participativas para que los beneficiarios abandonen esta condición y se conviertan en protagonistas de sus procesos de desarrollo.
El objetivo de este enfoque es que los titulares de derechos sean conscientes y capaces de reclamarlos frente a estados capaces de garantizarlos y promocionarlos. Además proporciona un marco normativo sólido al desarrollo y a la cooperación, basado en los tratados e instrumentos internacionales (el llamado DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS) y las legislaciones nacionales en materia de derechos humanos vigentes.
El enfoque basado en los derechos humanos ha resuelto, en parte, la perenne cuestión de la utilidad de la cooperación al desarrollo, ya que desde posturas radicales, tanto neoconservadoras como de izquierda, se cuestiona el papel desempeñado por la cooperación. Los primeros alegan que las fuerzas “libres” del mercado son las responsables de resolver cualquier desequilibrio en el sistema (entendiendo la pobreza como tal), y los segundos esgrimen que la cooperación es “la cara amable del capitalismo”, argumentando que se utiliza para introducir un modelo de desarrollo, económico-social a imagen y semejanza del capitalismo neoliberal.
Por otro lado se ha criticado que muchas ONGD actúen “de facto” como sustitutas de las responsabilidades públicas al cubrir las necesidades sociales que el estado no puede o no quiere acometer, pero que, desde el punto de vista legal, social y moral son su responsabilidad, como la educación, la salud, la agricultura, la inmigración, etc. Además, la labor puramente asistencialista ha sido fuertemente criticada por diversos sectores, pues poco o nada aporta al desarrollo. Y, aunque la POBREZA es un fenómeno multi-causal, parece obvio concluir que sus raíces se hunden en desequilibrios estructurales que la cooperación al desarrollo no alcanza a abordar.
Por todo ello muchos han encontrado en el Enfoque de Derechos Humanos una respuesta lógica. Porque si bien la cooperación al desarrollo no puede acometer cambios estructurales si puede promoverlos mediante una labor constante de incidencia y denuncia, empoderando a los titulares de derechos para que adquieran capacidades para exigirlos ante gobiernos que también han de ver incrementadas sus capacidades para garantizarlos.
BIBLIOGRAFÍA. José Andrés Fernández Leost, Cuadernos CEalCI: La cooperación al desarrollo. Una aproximación teórica-política. CEalCI-Fundación Carolina, Madrid, 2010; Nicolás Angulo Sánchez Fuente,El derecho humano al desarrollo frente a la mundialización del mercado, IEPALA, Madrid, 2005; Irene Rodríguez Manzano y Carlos Teijo García, Ayuda al Desarrollo: piezas para un puzle, Catarata, Madrid, 2009; IPES Navarra. Aula de Derechos Humanos: La integración del enfoque de derechos humanos en la cooperación internacional para el desarrollo y su estudio en Navarra. Logroño, 2009: http://derechoshumanosycooperacion.org/; Diccionario Hegoa de Acción Humanitaria. Coordinador: Karlos Pérez de Armiño.